Merengue, risas y BBQ: un idioma que se vive con los cinco sentidos
Merengue, risas y BBQ:
un idioma que se vive con los cinco sentidos
texto en español
Muchos creen que aprender un idioma es solo cuestión de gramática, reglas y estructuras mentales. Pero yo pienso distinto. Un idioma no solo se aprende con la cabeza: se conquista con los sentidos.
Se queda en nosotros a través del aroma envolvente de una comida compartida. A través de los colores vivos del arte callejero, de la moda, de la artesanía, de los mercados locales y de las celebraciones que llenan de alegría las calles. A través de la fraternidad de su gente y del ritmo contagioso de su música.
La música latina, en particular, no es solo una banda sonora: es parte de nuestra biografía. Yo bailo merengue, salsa, cumbia y tambores desde niña. No porque haya ido a clases de baile, sino porque en mi cultura, desde bebés, ya nos movemos al ritmo que nos rodea. Aún sin caminar del todo, sostenidos por algún mueble o por las manos de nuestros padres, comenzamos a dar brinquitos cuando suena la música. Es natural. Instintivo. Y si pienso en cualquier amigo o amiga de mi país, puedo decir con certeza que todos, sin excepción, bailan. Porque bailar no es algo que aprendimos: es algo que somos.
Este año les prometí a mis estudiantes que les enseñaría a bailar merengue. ¿Por qué merengue? Porque es una puerta de entrada alegre y accesible al universo del ritmo latino. Porque es más fácil que la salsa, más directo, más inmediato. Y porque si sabes marchar, puedes bailar merengue.
Aunque lo llevo en el cuerpo desde siempre, investigué cómo enseñarlo de forma sencilla. YouTube fue una buena guía, pero lo más importante fue la entrega del grupo. Y así fue.
Bailamos. Reímos. Compartimos una barbacoa deliciosa. Nos equivocamos, nos animamos, nos divertimos. Convertimos una clase en una fiesta. Un salón en una pista de baile. Una tarde cualquiera en una experiencia que no se olvida.
Gracias a todos los que lo hicieron posible. Me llena de alegría haber compartido este día con ustedes. Porque sí, aprendimos. Pero lo hicimos con los pies, con las manos, con los sentidos… y con el corazón latiendo al ritmo del merengue.
texto en alemán
Merengue, Lachen und BBQ:Eine Sprache,
die man mit allen fünf Sinnen erlebt.
Viele glauben, dass man eine Sprache nur mit Grammatik, Regeln und Strukturen lernt. Aber ich denke anders. Eine Sprache lernt man nicht nur mit dem Kopf – man erobert sie mit den Sinnen.
Sie bleibt in unserer Erinnerung durch den Duft eines gemeinsam gekochten Essens. Durch die leuchtenden Farben der Straßenkunst, der Mode, des Kunsthandwerks, der lokalen Märkte und der Feste, die die Straßen mit Freude erfüllen. Durch die Herzlichkeit der Menschen und den mitreißenden Rhythmus ihrer Musik.
Lateinamerikanische Musik ist nicht nur eine Klangkulisse – sie ist Teil unserer Biografie. Ich tanze Merengue, Salsa, Cumbia und Trommeln, seit ich klein bin. Nicht, weil ich Tanzunterricht hatte, sondern weil wir in meiner Kultur von klein auf tanzen. Schon bevor wir richtig laufen können, noch festhaltend an Möbeln oder den Händen unserer Eltern, beginnen wir zu wippen, sobald die Musik erklingt. Es ist natürlich. Instinktiv. Und wenn ich an meine Freunde in meinem Heimatland denke, kann ich mit Sicherheit sagen: alle tanzen. Ohne Ausnahme. Denn Tanzen ist nichts, was wir lernen – es ist etwas, das wir sind.
Dieses Jahr habe ich meinen Schüler*innen versprochen, dass wir Merengue tanzen lernen. Warum Merengue? Weil es ein fröhlicher, zugänglicher Einstieg in die Welt der lateinamerikanischen Rhythmen ist. Weil es einfacher ist als Salsa, direkter, unmittelbarer. Und weil: Wer marschieren kann, kann auch Merengue tanzen!
Obwohl das Tanzen für mich ganz natürlich ist, habe ich recherchiert, wie ich es einfach vermitteln kann. YouTube war eine gute Hilfe – aber die Begeisterung der Gruppe war das Entscheidende.
Und so war es auch:
Wir haben getanzt. Gelacht. Gemeinsam gegrillt. Fehler gemacht, uns gegenseitig motiviert, und vor allem – Spaß gehabt. Wir haben den Unterricht in ein Fest verwandelt. Das Klassenzimmer in eine Tanzfläche. Einen gewöhnlichen Nachmittag in ein unvergessliches Erlebnis.
Danke an alle, die diesen Tag möglich gemacht haben. Es hat mich sehr gefreut, diesen besonderen Moment mit euch zu teilen. Ja, wir haben etwas gelernt – aber mit den Füßen, mit den Händen, mit allen Sinnen… und mit dem Herzen, das im Takt des Merengue schlug.


